La
reedificación del espacio que hoy se denomina Plaza de Herrasti quedaría
supeditada a las necesidades de la fortificación, por lo que buena parte de los
edificios no llegaron a recuperarse. En 1751 nos encontramos con un proyecto para
construir dos cuarteles en la zona que nos ocupa y que inserté en el anterior post de esta entrega. Uno de ellos se asentaría en lo
que hoy es el solar en el que se levanta el seminario. Se hace la valoración de
la compra de los distintos solares en reales de vellón. La descripción es la
siguiente: “Otro cuartel proyectado sobre las casas de la Marquesa de Rionegro
(20.757) y la de los herederos de D. José de Chaves, arruinada, apreciados en
28.904, más tres corrales de dicha casa de Rionegro, apreciados en 7.940, más
tres corrales de las casas del Cabildo Catedralicio, apreciada en 1.198, más el
solar y cochera de D. Manuel de Paz, el todo apreciado en 10.842” .
En otro proyecto, fechado en 1752, en una de las notas se habla de la actual plaza de
Herrasti en los siguientes términos: “Longitud de la plaza del Rey, llamada así
por la puerta tapiada del mismo nombre, teniendo de ancho de calle a calle
treinta y siete varas y dos pies, quedarán éstas de una y otra parte con
suficiente ancho, aunque se construya un cuartel, cuyo lugar es proporcionado
de cien varas de largo y treinta de ancho, en cuyo extremo hacia la muralla
puede construirse un caballero paralelo a la misma para contrabatir con ventaja
los fuegos que el enemigo estableciese en el teso o padrastro de San Francisco”.
Configuración de la Plaza de Herrasti en 1766. Plano de Martín Zermeño |
Por
entonces ya comenzaba a fraguarse la construcción del seminario, con lo que
estos proyectos que aventuraban levantar en esta zona dos cuarteles para la
fortificación quedarían a la postre en otra de las muchas iniciativas que en aquel momento se proyectaron sin
concreción posterior.
Volviendo a la configuración urbana del
espacio que nos ocupa, y retomando la información que Jesús Sánchez Terán
facilita en sus Fichas mirobrigenses,
podemos decir que de “un antiguo plano de la ciudad se deduce que la calle del Rey era
una calle estrecha como cualquiera otra, que partiendo a la altura de la Puerta
de las Cadenas, de la Catedral, iba rectilínea a la Puerta del Rey. Estaba
formada, a la izquierda, por el palacio de los Miranda y lo que hoy es iglesia
y edificio del seminario conciliar, y a la derecha, por la Catedral y las
edificaciones que existían en la actual Plaza de Herrasti. Entre el Palacio de
los Miranda y el patio grande de seminario, existía una calle que terminaba en
la de San Vicente. Más allá, hacia el sitio donde hoy comienza la plaza, había
un callejón sin salida. Luego, pasada la iglesia del Seminario, salía una calle
que terminaba en un espacioso campo constituido por lo que hoy es, aproximadamente,
el patio primero del indicado centro docente. Al final de la calle del Rey, por
la izquierda, se encontraba, como hoy, la calle de la Estacadilla”.
Siguiendo
la descripción del citado historiador local, “por la alineación opuesta de la
calle del Rey, en el plano a que hemos aludido, sólo aparece trazado el Rincón
de Santa Ana, formado por la Catedral a un lado y a otro por diversos
edificios. Según datos que tenemos, tomados del Archivo Municipal, en el Rincón
de Santa Ana vivían hace dos siglos el regidor de la ciudad, don Manuel[1]
Granizo, y el presbítero don Cristito[2]
Martín. Las calles de la Calcerrada y de Segovia no figuran ya en el plano”[3],
aunque sí aparecen en diferente documentación coetánea manejada por el propio
historiador.
En
1751, en el denominado Libro de Registro
y Reconocimiento, que se corresponde con el catastro del marqués de Ensenada,
hallamos descritos la mayor parte de los edificios que se localizan en las calles
Pacheco Melgar, Rinconada[4]
de Santa Ana, Puerta del Rey, Mazcatrapos y Segovia; también hallamos
referencias al “barrio de la Estacadilla”. La mayoría de los apuntes se corresponden
con propiedades eclesiásticas, ya fueran del Cabildo Catedral o de la Fábrica
de la Catedral o edificios beneficiados por presbíteros procedentes de obras
pías de diferentes personajes de la historia local.
La
denominación de calle o Rinconada de Santa Ana al espacio urbano lindero, por
el mediodía, con la Catedral, está justificada por la capilla que estuvo
dedicada a Santa Ana, que se correspondía con el Pórtico del Perdón. En un
apunte sobre las transformaciones que tuvo el pórtico, el historiador Hernández
Vegas[5]
afirma que “este vestíbulo fue convertido en capilla dedicada a Santa Ana, en
el siglo XIV, por el obispo don Alonso de Robles[6],
para lo cual mandó cerrar con ladrillo el arco de entrada, dejando sólo una
pequeña puerta a la calle, que por esto se llamó de Santa Ana hasta tiempos muy
recientes”. Apunta el investigador mirobrigense al respecto que “esta calle
estaba entre la Catedral y el actual edificio de la Comandancia de Ingenieros[7].
En ella, y adosado a la Catedral misma, tuvo siempre el Cabildo un horno que se
llamó también de Santa Ana. Paralela a esta calle había otra que se llamaba la
Cal Cerrada, y aún otra llamada de Segovia. Las tres desembocaban en la del
Rey, llamada así por llevar a la puerta de la muralla de este nombre”.
En
la calle Pacheco Melgar nos encontramos con casas propiedad de Santiago Blanco,
del Cabildo Catedral, de Tomás de Castro, del “regidor de la ciudad[8]”,
de Diego Luis Gijón, de Manuel de Paz, de José Antonio Ramírez o del convento
de Santa Clara. En la calle Puerta del Rey existían inmuebles que pertenecieron
a Teresa Coutiño, a la marquesa de Castelar o a la obra pía de Juan Gómez de
Silva; del compendio de Rinconada, Rincón u Horno de Santa Ana eran
propietarios, por ejemplo, la Fábrica de la Catedral, la capellanía fundada por
María Maldonado, el Cabildo Catedral (en su mayor parte) y los citados Crisando
Martín y Sebastián Granizo; finalmente, en el barrio de la Estacadilla tenían
propiedades Francisco Cañuelo y la Congregación de Capellanes de Coro de la Catedral,
en la calle Mazcatrapos la marquesa de Castelar y en la de Segovia el repetido
Cabildo Catedral.
Aparte
de los inmuebles que se mantenían en pie, había buenos solares originados por
el derrumbe de edificios volados y dañados estructuralmente por los bombardeos
de 1706 en la referida Guerra de Sucesión, recogidos en el aludido informe que
realizaron en 1747 los peritos designados por el ayuntamiento.
[1] En el Libro de Registro y Reconocimiento
aparece como Sebastián Granizo.
[2] En realidad, se trata del
presbítero Crisando Martín
[4] Aparecen también
descripciones de viviendas en las calles Rincón de Santa Ana y Horno de Santa
Ana en la relación citada.
[5] HERNÁNDEZ
VEGAS, Mateo. Op. cit.
[6] También se
conoce como Capilla de los Robles.
[7] Hernández Vegas
escribe el libro en 1935. La comandancia sería devastada por un incendio en
1954.
[8] Posiblemente,
Melchor de Miranda.
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