Empieza el siglo
XX en Ciudad Rodrigo saludado por el único periódico que en ese momento se
editaba en la localidad rodericense. Miróbriga[1]el 6
de enero de 1901 publica su primer número de la estrenada centuria con un
“elogio merecido” a Ciudad Rodrigo, redactado desde Madrid por Antonio Martín
Rubio, colaborador eventual del semanario, quien entre otras cosas afirma que
“Miróbriga tiene vida propia, no necesita de nadie para engrandecerse; los
brazos esforzados de sus hijos son más que suficiente para sostenerla a la
altura que se merece”. Y respecto al nuevo siglo que se inicia, Martín Rubio
exclama: “¡Qué nos importa que haya terminado el siglo con la pérdida de nuestro
poderío colonial, si volvemos la vista al pasado y nos encontramos con que comenzó
para nosotros de una manera tan admirada por todos los hombres de valor y aún
por nuestros mismos enemigos! Así pues, reunámonos todos, trabajemos todos en
la grandiosa obra de la regeneración de nuestra patria y, basados en el adagio
de que ‘la unión es la fuerza’, hallaremos el medio de reconquistar lo perdido
y que por derecho propio nos pertenece”.
La resaca del 98 había generado
reacciones patrióticas en diversos ámbitos, pero la degeneración que había provocado
dejó gravemente herido a un país que lo había sido todo y que ahora deambulaba
sin punto de mira alguno, pese a los ánimos que se intentaron dar especialmente
a los sufridos habitantes, a los vecinos que son, a la postre, los que pagan
siempre los platos rotos de una generación de políticos más que cuestionada.
La vida, sin embargo, seguía por
otros derroteros. El 13 de enero se celebró en el Teatro Principal de Barcelona
lo que en principio se consideró un mitin antitaurino[2], del
que el semanario Miróbriga se hizo
eco en un breve, un acto abolicionista “contra las corridas de toros, pero no
las del Carnaval de Miróbriga. No se alarmen los farinatos”.
Y comienzan, como siempre, los
trámites habituales para la celebración del Carnaval de 1901, que se
desarrollaría entre el 17 y 19 de febrero con la solicitud del permiso
gubernativo, la subasta del cierre de la plaza, colocación de alares,
construcción de tablados y la contratación de las corridas a los ganaderos del
entorno de Ciudad Rodrigo. El 30 de enero se firman los contratos con los ganaderos,
estableciéndose que la corrida del Domingo de Carnaval, que contará con 10
novillos de más de tres años, será aportada por Marcelino Marcos Blanco, de
Ciudad Rodrigo; la del lunes contará con novillos del también mirobrigense
Antonio Moro y la del martes se contrata a Ramón Honorato Agudo, de Sahelices
el Chico y rentero de Ledín.
“Las corridas de los tres días –se
afirma en el citado semanario mirobrigense- merecieron la calificación de
buenas las dos primeras y la de superior la tercera”. Es el resumen de aquellos
acontecimientos taurinos de un Carnaval “sin que en el concierto de las
diferentes y variadísimas notas, que le son aquí peculiares, hubiese una sola
discordante y perturbadora de la paz, la alegría y la fraternidad que siempre
han reinado en nuestros tradicionales festejos”, aunque, como veremos más
adelante, hubo algunos percances taurinos de relevancia que ocasionaron heridos
graves.
Anuncio en prensa sobre la novedad que suponía contar con confeti y serpentinas para el Carnaval de 1901 |
Fotografía publicada en El Adelanto |
Viene a colación recordar que las
reses que participaban en los festejos taurinos carnavalescos, incluidas las de
la corrida vespertina, no eran de muerte. Las corridas con novillos de muerte
llegarían al Carnaval de Ciudad Rodrigo en 1929, tras la orden ministerial del
general Miguel Primo de Rivera que rescataba la prohibición de las capeas
populares, un ardid del alcalde José Manuel Sánchez Arjona, el Buen Alcalde, para
que se siguieran celebrando los actos taurinos carnavalescos tras la reunión que
mantuvo en Madrid con el citado presidente del gobierno.
Habíamos adelantado que en los
festejos del domingo, tras la corrida vespertina y “cuando pasaba el ganado por
la calle de Madrid para salir al campo, uno de los novillos lidiados enganchó
al vecino de esta ciudad Alfonso Gil Blanco, de oficio hortelano, dándole una
tremenda cornada en la ingle derecha y arrojándole a bastante altura. Quedó en
estado gravísimo y le han sido administrados los últimos sacramentos”, apuntaba
en caliente el corresponsal destacado por El
Adelanto en Ciudad Rodrigo. También refería que en la plaza hubo otras dos
cogidas de poca importancia y, respecto al ambiente, señalaba que “hay mucha
gente forastera, bastantes salmantinos y mucha animación”.
Afortunadamente, Alfonso Gil Blanco
se recuperó al poco tiempo de su cornada, al igual que ocurrió con Antonio
Bernal Sánchez, volteado por otro toro en la plaza también en la mañana del
Domingo de Carnaval, y con Miguel Collado Arroyo, que fue cogido en la tarde
del martes.
Por otra parte, en las páginas del
citado semanario se coló una broma propia del ambiente festivo que se respiraba
en esos días. En un breve se anunció que en la noche del Domingo de Carnaval,
“si mal no nos han informado, llegará a esta ciudad un émulo de D. Tancredo,
que sobre una columna de hierro de 15 metros de altura por siete y medio de
diámetro colocada en la Plaza Mayor esperará con la mayor serenidad y sangre
fría a todos los novillos que han de ser lidiados estos días de Carnaval.
Probablemente, por humanidad, no se permitirá tan arriesgada suerte”.
En la crónica social el semanario Miróbriga señala que los “teatros y los
salones de baile también resultaron concurridísimos y animados, y en ellos
imperaron la alegría, la belleza y la paz. En ellos y en la plaza de toros
lucieron las lindas farinatas vistosísimos y ricos trajes de charras y de
máscaras”. Abundando en materia, y ceñido al flamante Teatro Nuevo y al resto
de locales de ocio, dicho semanario destaca que “grandes funciones
lírico-dramáticas y a seguida de ellas bailes en el mismo coliseo; concurridísimo
baile en el salón del Círculo de la Amistad y baile también en el local que
ocupa el café, animado y concurrido, y en el cual ejecutaba bonitas piezas la
aplaudida rondalla titulada La Española”.
Continúa el redactor de Miróbriga señalando que “en todos los
espectáculos se hizo derroche de gracia, hermosura, donaire y riqueza por las
bellas mirobrigenses y forasteras que a honrarlos concurrieron, tanto con los
vistosísimos y ricos trajes con que adornaban sus talles, cuanto por los de
máscara que vestían, llamando extraordinariamente la atención del público las
simpáticas y bellas África Mateos, de piamontesa; la misma de bebé y Pura
Domínguez, de niñera asturiana; las hermanas Josefa y María Herrero, gitanillas
trasportadas del barrio de Triana para derramar aquí la sal andaluza; y Concha
Hernández Salicio, María Luis Sanz, Francisca Muñoz, Aurora Montes, Luisa
Aparicio y D.ª Purificación Vello de Sánchez, que llevaban riquísimos y
clásicos trajes de charra, con la sal y majestad de la tierra”.
Afirma también el cronista
mirobrigense que “durante las representaciones teatrales riñéronse en el amplio
y magno coliseo verdaderas batallas de serpentinas y confeti, saliendo
vencedora la colonia lusitana fina y distinguida que a todas partes dirigió sus
certeros y obsequiosos tiros, y sobre todo a la platea ocupada por nuestra
dignísima primera autoridad militar y su distinguida familia, y entre las
cuales figuraron las bellas hijas del Excmo. Sr. don Miguel Sanz, Srta. María
Luisa y doña Anita, luciendo gallardamente hermosos y riquísimo trajes de
charra; y al palco número cuatro en que estaban el Sr. Casillas y sus bellas y
simpáticas hijas y Srtas. Pilar, Pura y Enriqueta, y Luz Íñigo y Josefa Martín,
esta de Vigitudino, las cuales platea y placo fueron el blanco predilecto del
nutridísimo y mágico serpenteo de nuestros galantes vecinos”.
Por último, el redactor se acuerda
igualmente de los bailes de La Panera, que “estuvieron también muy concurridos y
animadísimos, pero no tanto los de la Sociedad y del Teatro Principal”.
[1]
PEREIRA SÁNCHEZ, Jesús. Prensa
mirobrigense. Coleccionable publicado en el semanario Tierra Charra. En referencia al periódico Miróbriga afirma que era un “semanario de intereses generales de la localidad
y su partido. Salió el primer número el 28 de enero de l900 y murió el 20 de octubre
de l901, constando su colección de 86 números. Se imprimía en casa de Viuda e Hijos
de Cuadrado y salía al público los domingos. Lo dirigía don Juan Ballesteros y
además de este, escribían don José Escanilla, don Pedro Hernández Moro y don
Mateo Hernández Vegas. El fin del periódico, casi exclusivo, fue la campaña y
propaganda en pro de la
Exposición Regional de Artes e Industrias celebrada en Ciudad
Rodrigo en mayo de l900, de cuya comisión organizadora fue el órgano oficial. Publicó
los retratos de los individuos de dicha comisión y algunas vistas de Ciudad
Rodrigo.
[2]
Diario ABC, del 7 de enero de 2007. Fiesta de toros en Barcelona, por
Antonio Santainés Cirés: “El 13 de enero de 1901, en el Teatro Principal de
Barcelona se celebró un mitin abolicionista en el que tomó parte el doctor [Bartolomeu]
Robert. Subrayó que había espectáculos más censurables, citando la explotación
de la infancia y al describir los ejercicios que hacen los niños en el circo
arrojándose del trapecio exclamó indignado: ¡Qué toro, ni que caballos! ¡La
vida de todos estos irracionales no vale un solo instante de peligro de estas
tiernas criaturas!”
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