Seguiremos nutriendo la nómina de ilustres mirobrigenses con unas pinceladas sobre la figura de una mujer del siglo XVI, una noble dama que dejó su impronta, que no pasó desapercibida para la sociedad rodericense. Beatriz Pacheco Maldonado, hija de Juan Pacheco -quinto señor de Cerralbo- y de Catalina Maldonado -noble familia salmantina- fue la fundadora del convento de Santa Cruz, que se hallaba extramuros. Gracias a la donación del obispo Juan Tavera, nuestra protagonista pudo fundar en 1517 un monasterio de religiosas agustinas aprovechando la donación de la iglesia de la homónima iglesia de Santa Cruz, que en su momento llegó a ser parroquia, pasando después a depender del extinto convento de Nuestra Señora del Columbario -asentado cerca del agregado de Ivanrey, en el paraje conocido como Palomar, topónimo relacionado con la citada orden religiosa-.
Distintos avatares sufrió nuestra ilustre dama en su vida familiar y monástica, llegando al extremo de ser envenenada en el propio convento por una esclava negra a la que había prometido la manumisión, para acelerar de esta forma, debió urdir ella, su libertad. No quiero glosar lo que sobre Beatriz Pacheco se ha escrito. Prefiero, como ya he apuntado en otras ocasiones, dejar que sea otra firma quien cuente la vida y obra de esta ilustre mirobrigense. En esta ocasión seguiremos la pluma del fraile Sebastián de Portillo en la biografía insertada en la Chrónica espiritual agustiniana, que vio la luz en 1651. Nos cuenta este agustino que la
muy ilustre, y virtuosíssima señora doña
Beatriz Pacheco, fue hija de nobilíssimos padres, y de la casa de los
marqueses de Cerralvo, tuvo aventajadas partes, y prendas, assí naturales, como
sobrenaturales: fue muy liberal, caritativa, y limosnera. Casáronla sus padres,
y aunque no era ella su inclinación, sino el ser religiosa, como se coligió fácilmente
de su virtud, retiro, y recogimiento, con todo esso les obedeció: pero quedó
por cuenta de nuestro Señor, a quien deseaba consagrarse en el estado de religiosa,
el bolverla a poner en estado, que lo pudiesse hacer. Seis meses estuvo desposada,
y al cabo de ellos se veló, y casó, porque el matrimonio no duró más que otro
tanto: porque passados otros seis metes, quedó viuda, y muy contenta, para
poderse dar del todo a nuestro Señor, como lo hizo.
Tocado de las religiosas del convento de Santa Cruz |
Luego que fe vio libre del matrimonio temporal, trató de
contraer otro, que fuelle eterno, haciéndose esposa de JesuChristo. Para esto
trató de gastar toda fu hacienda en la fabrica, y dotación de un Monasterio, y entrarse
a ser monja en él: y, porque era muy devota de la Passión de Christo, y de fu
santíssima Cruz, aunque avía comprado
unas casas dentro de las murallas de Ciudad
Rodrigo, las bolvió a vender, y edifico
fuera de ellas el convento, de suerte, que la Iglesia cogiesse el sitio de una ermita de la Cruz, para que se quedasse con la misma
invocación, y título de la Santa Cruz. Compró
muy bastante, y capaz sitio para el convento, y fe mostró tan liberal, y
magnánima, que aunque gastó en él, y en la dotación toda su hacienda, no la
quiso dexar con carga, ni de un responso, ni un avemaría.
Luego que pudo acomodar vivienda bastante, para que pudiessen
entrar en el nuevo convento las
religiosas, trató de lo tocante a la fundación, y demás cosas necessarias. Era
muy devota de nuestro padre San Agustín y assí quiso, que fuesse de su orden,
aunque la vocación de la casa, por la devoción que tenía a
la Cruz, fe la dedicó. Para
acertar en todo, comunicó sus deseos, y determinación con los padres mas graves
de la provincia, que entonces se conocían: y oy ay en aquel convento cartas de algunos, en que la
decían las condiciones, con que avía de afrentar la vivienda de las religiosas,
para que permaneciessen en la virtud, y recogimiento, que ella desseaba: y con
estos pareceres, y consejos santos, efectuó su fundación en otros seis meses de
viuda.
Para assentar la religión truxo fundadoras de los
conventos de Ávila, y Madrigal, aunque estas se bolvieron luego, y solas las de
Ávila permanecieron. Passados los seis meses (como se ha dicho) señaló día para
la dedicación de aquel templo, que deseaba, ofrecer a Dios: y aparejado todo lo
necessario, se passaron las religiosas, llevándolas en processión desde la
Iglesia Mayor, el obispo, y Cabildo, con todas las religiones, y toda la nobleza de aquella ciudad; y la santa fundadora iba en medio de la processión, con vela encendida en las manos: assí
llegaron a la iglesia, y el obispo, y Cabildo puso el Santísimo Sacramento en
el Altar Mayor, y ella quedó con sus monjas gozossísima de aver hecho aquel servicio
a nuestro Señor, y consagrándose a él.
En tomando esta santa fundadora el hábito, fueron
entrando monjas, que a porfía la querían seguir: porque la fama de su virtud, y
el exemplo, que a todas dio su santa resolución, fue grande. Por aquellos
primeros tiempos ilustraron este convento con
sus santiísimas vidas, y virtudes muchas, y muy nobles religiosas, de las quales
referiré algunas, de que tengo noticia, como son las señoras Catalina de Toledo
y Pacheco, hermana del cardenal Francisco Pacheco, María Enríquez, y Ana de
Toledo, hijas de los marqueses de Cerralvo, y doña María Pacheco, hermana
también del mismo Cardenal, y dos tías de la madre Mariana de Manzanedo, cuyas
vidas he puesto á ocho, y a trece de febrero: y la santa madre Mariana de
Manzanedo, que después se llamó de San Jofeph, fundadora ilustre de las Monjas
Recoletas, todas las quales fueron, no menos santas, que nobles.
Aunque sea a costa de alguna digressión , no quiero passar
en silencio las noticias que tengo de una religiosa
que huvo también en este convento, llamada doña Isabel de Toledo, alegre, de lindo
entendimiento, y tan virtuosa, y santa, que muchas vezes se quedaba arrobada en
la oración, y tan infensible, como si fuera una estatua. En particular la hallaron
assí las demás religiosas, una vez en un rincón del cercado del convento: refierese de ella, que tuvo
espíritu de profecía, y otras cosas bien particulares, y que pocas horas antes
de morir, vio una processión de vírgines, y a la cabeza de ellas la Virgen María
nuestr señora, y que al tiempo espiró una tía suya, vio subir su alma al cielo.
Plano esquemático del convento de Santa Cruz, en Ciudad Rodrigo |
Otras muchas religiosas ilustres en sangre, y santidad ha
avido continuadamente en este santo monasterio de Santa Cruz, pues de él han salido varias
vezes persoras muy exemplares, para fundadoras de otros conventos: y en particular
dice el padre Quintana de la compañía de Jesús, en el libro de la historia de
Madrid, que una señora de este convento,
llamada Antonia de Jesús, fue la primera fundadora de las Descalzas Mercenarias
de Madrid, y persona de mucha virtud, y talento: y siempre quizá por los méritos
de tan santa Fundadora se ha conservado en este convento mucho recogimiento, y
virtud.
Estuvo esta santa fundadora novicia solos seis meses, y
en ellos se traxo breve de Roma, para que professasse: en professando trataron
las religiosas de hacerla prelada, porque su virtud, y prudencia era tanta, que
se aventajaba a todas. Hiziéronla priora, y, suelo seis meses, hasta que murió:
de modo, que en menos de tres años fue desposada, casada, viuda, novicia,
professa, y priora. Y la
prisa que se dio a andar el camino de la perfección, hizo que llegasse a ella
en tan poco tiempo, resplandeciendo en virtudes, y con gran fama de santidad.
No murió de enfermedad natural, sino violentamente de veneno, que la dio una esclava
suya, a quien avía mandando en su testamento quedasse libre desde el día que
ella muriesse.
De este
trabajo quiso Dios avisar a las religioías, como de hecho las avisó milagrosamete,
para que hiciessen oración por ella, y la hiciessen también dar los Santos Sacramentos:
porque en toda la casa le oyó una voz muy triste, que aun mismo tiempo decía: Todas al coro, y
lo repitió algunas veces, y
no sabiendo unas de otras, se vinieron a juntar todas en él, sin saber por quién, o por qué lo hacían. Pusieronse en oración, e hicieron algunas rogativas: y en
acabando, se fueron a la celda donde estaba, y la hallaron en estado, que solo
pudieron tratar de darla los Santos Sacramentos: y dados, murió
la santa madre
con mucha paz, como quien iba a gozar de la eterna en el Cielo: su muerte sucedió
a tres días del mes de julio, por los años de 1572 y está enterrada en el coro del dicho monasterio.
Después de muchos años, murió una sobrina suya, y haciéndola
la sepultura junto a la de su santa tía:
tanto, que pudieron sacar un huesso de su cuerpo, lo hallaron de color de un
finissímo coral, queriendo nuestro Señor manifestar su gran favor, con aquel color
encendido de los huessos: porque los encendidos afectos de fuego de amor de
Dios, pudieron penetrar hasta los huessos, y ponerlos de aquel color vermejo.
De otras muchas religiosas he oído hablar con aprecio, y encarecimiento de sus
virtudes, que por no tener bastante certeza, ni fundamento, no las refiero, y
assí las dexo para otros, que le tengan mayor que yo.
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