La
configuración de lo que hoy conocemos como Plaza de Herrasti[1]
nada tiene que ver con sus orígenes. Existe sobrada documentación que nos
describe la estructura urbana de la zona que nos ocupa, con la presencia de
numerosos inmuebles y varias calles que fueron cambiando su nombre en virtud de
los criterios establecidos por los gobernantes o por la propia población. Pero,
sobre todo, por la influencia bélica, con sucesivos asedios y bombardeos, y la
poliorcética que obligó a prescindir y destruir numerosas casas adosadas a la
muralla medieval con el objetivo de mejorar las defensas y favorecer la
definición de un adarve capaz de asumir la artillería al uso.
Nos encontramos con tres
elementos sustanciales en la configuración de la plaza dedicada al general Andrés Pérez de Herrasti, gobernador y defensor de la plaza de Ciudad Rodrigo durante el sitio de 1810. En primer
lugar, la Catedral de Santa María, con su puerta principal, la que conocemos
por El Perdón, orientada hacia este espacio urbano, que principalmente estaba
ocupado por casas pertenecientes al Cabildo; en segundo término, la propia muralla,
con protagonismo específico para la desaparecida Puerta del Rey, que incluso
cedió su nombre a la calle y plaza lindera; y, por último, la sucesión de
edificios solariegos que existieron en lo que hoy es el inmueble que ocupa el
seminario y en la zona enfrentada, junto a la muralla, en donde posteriormente se levantó un cuerpo
de guardia y más adelante el edificio de la Comandancia de Ingenieros.
El entorno de la Puerta del Rey (G) en un plano de 1704 |
La
definición de este espacio urbano debió ir aparejada al desarrollo de la ciudad
desde prácticamente su refundación en el siglo XII. Sin embargo, las actas capitulares de la Catedral del año 1498 hablan del “barrio nuevo de la ciudad,
cerca de la Puerta del Rey, intramuros”[2],
habitado, según el censo de ese año, por 23 familias. Ángel Bernal Estévez[3],
al distribuir la población por colaciones, asigna a la de Santa María, espacio
que se corresponde con el entorno de la Catedral, desde la Puerta de San
Vicente al postigo de Santa María, que más tarde se denominó Puerta Nueva, vano que se complementa con el de las Amayuelas, un total de 83 vecinos, que representa el
10,5 del conjunto de la población, fijada entonces en 719 vecinos.
Antonio Sánchez Cabañas (+
1627) hace una somera descripción de la Puerta del Rey y de su entorno: A la parte que mira a Portugal está la
Puerta del Rey. Diósele este nombre por memoria del rey de León don Fernando el
Segundo, que fue el que pobló y çercó a esta çiudad. Entrando por esta puerta
ay muy buenos edifiçios y cassas principales; la que más canpea es la cassa y
palaçio de los Chaves y Robles. Çerca desta puerta está la catedral, fundaçión
del rey don Fernando el Segundo. Saliendo por esta puerta tiene esta çiudad muy
largas y apaçibles vistas, huertas y jardines de mucha recreación y gusto,
canpos y tierras de pan llevar y el convento de los descalzos de la orden de
San Francisco.[4] Siguiendo la Historia civitatense de Sánchez Cabañas,
nos encontramos con una de las primeras indicaciones de las calles que
conformaban nuestra Plaza de Herrastei “Calle de Mazatrapos, aora de la Piña,
calle de la Puerta del Rey, calle de Pacheco Melgar, calle del horno de Santa
Ana…”[5]
El siglo XVII fue un periodo
de relativa estabilidad para Ciudad Rodrigo, al menos en lo que ahora nos ocupa.
Esta apacibilidad comienza a romperse con el inicio del siglo XVIII y el
protagonismo de la Tierra de Ciudad Rodrigo en la Guerra de Sucesión. En 1703
empiezan en la comarca mirobrigense las hostilidades con los aliados en defensa
del trono portugués. En 1704 se va formalizando la guerra: el rey don Pedro y el
archiduque Carlos en persona, al frente de un ejército de 30.000 hombres, se
dirigen de nuevo contra Ciudad Rodrigo, cuya defensa fue amagada meses antes.
Vuelven a desistir en su empeño y se retiran. En 1705 repiten la misma tentativa
con idéntico resultado. En 1706, en mayo, se desatan otra vez las hostilidades
y caen entre el 18 y 22 de mayo los principales conventos. El 24 y 25 de mayo
se bombardea la ciudad con dos baterías situadas en el teso de San Francisco y
junto al convento de Santo Domingo. Llega la capitulación el 26 de mayo,
después de un sitio que duró ocho días. Estuvo ocupada por el enemigo hasta el
4 de octubre de 1707, liberándose a las cuatro y media de la tarde: “Abrióse la
brecha entre la puerta del Conde y la parroquia de Santo Tomé, que era junto a
las casas de don Francisco de Jaque y Campofrío”.[6]
Sin embargo, el asalto se concretó entre las puertas del Rey y la de Santa
Cruz, en cuyo trayecto había en la muralla una estacadilla, que dio nombre a la
calle inmediata.
Cerco a Ciudad Rodrigo por las tropas portuguesas en la Guerra de Sucesión |
“La
ciudad, con la ocupación del enemigo y los dos sitios quedó tan destruida y
arruinada que fueron demolidas más de 630 casas, unas por el fuego y bombardeo
y otras por orden del rey para la fortificación y terraplén interior para el
manejo de la artillería y para la estrada cubierta, fosos y explanada
exteriores”.[7] En el libro de acuerdos de
1708[8],
concretamente en la sesión de 14 de febrero, encontramos, ante la petición para
alojar a las personas que habría que nombrar como capitanes de otras tantas
compañías, se dice que no procede, de momento, tal elección por no hauer oportunidad para ellos
mayormente con las ruinas y destrozos que an causado los golpes que a lleuado
este pueblo en que an perecido muchisimas casas y aun de las que an quedado se
ban desaziendo algunas para adelantar la fortificacion. Y, en efecto, en
1710 está ya configurada la nueva estructura de la fortificación, con su
puertas y cuerpos de guardia, con sus torreones, la ampliación del adarve y la definición de los fosos, con
la necesaria desaparición de las casas que estuvieron adosadas a la cerca
medieval, tanto dentro como fuera de los muros. Porque hay también que recordar que en las afueras de la Puerta del Rey había una nutrida barriada que se extendía hasta el pequeño teso de San Francisco.
Plano de 1706 en donde se aprecia la brecha en la muralla |
El historiador local Jesús
Sánchez Terán[9] incide también en las consecuencias
que deparó para este espacio urbano la Guerra de Sucesión, apuntando algunos
elementos para su configuración: “Antiguamente no existió la Plaza de Herrasti.
En su área, comprendida entre la Catedral, el seminario y la muralla, existieron
cuatro calles cuyas edificaciones, que debieron sufrir mucho durante la Guerra
de Sucesión, quedaron definitivamente arruinadas en los asedios de la Guerra de
la Independencia. Es notorio que aquel sector fue el más castigado por los
bombardeos, en ambas luctuosas épocas. De las indicadas calles, una, la
principal, era la del Rey, llamada así porque se dirigía a la puerta de la
muralla del mismo nombre. De la calle del Rey salían otras tres, que se
denominaban Rincón de Santa Ana, calle de la Calcerrada[10]
y calle de Segovia”. De esta configuración da algunos detalles que veremos más
adelante.
[1] Llamada así desde final del
siglo XIX en honor de Andrés Pérez de Herraste, general gobernador y defensor
de la plaza de Ciudad Rodrigo en 1810, durante el sitio napoleónico en la Guerra
de la Independencia.
[2] BERNAL ESTÉVEZ, Ángel. El concejo de Ciudad Rodrigo y su tierra en
el siglo XV, en una referencia al A.H.C.R., actas de 26 y 28 de noviembre de 1498.
[3] Obra citada.
[4] SÁNCHES CABAÑAS, Antonio. Historia civitatense.
[10] Etimológicamente calle
cerrada, sin salida.
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