sábado, 29 de agosto de 2015

Visita a Villar de los Álamos para comprar los toros de la Feria de Mayo de 1909

El invierno no es favorable para la organización de los festejos taurinos. Incluso, si nos atenemos a lo que ocurriría más adelante, en los primeros meses de 1909, el coso del Hospicio se desmontó –el Ayuntamiento necesita el maderamen para cerrar el cuadrilongo carnavalesco-. No obstante, volvió a levantarse en los meses siguientes si nos atenemos a la solicitud que resuelve el gobernador civil para la celebración de un festejo taurino el día de San Isidro Labrador, una petición que realiza el alcalde en nombre de la “clase agrícola”. Y lo hizo casi simultáneamente a otra solicitud cursada a mediados de marzo por empresarios locales cara a la celebración de la Feria de Mayo en donde vuelven a solicitar al Ayuntamiento el cierre de la plaza con las maderas utilizadas para las corridas de Carnaval, atendiendo, dicen ellos, a la “conveniencia de fomentar esta clase de festejos”. Se accede, una vez más, a lo solicitado, pero “siempre que respondan dichos contratistas de las faltas y desperfectos que en aquel [el cierre de la plaza] pueda haber”, dejando entrever que el celo en el cuidado y mantenimiento del maderamen se había alejado de lo previsto.

Evitando responsabilidades, el gobernador civil acucia al alcalde para que cumpla con la legislación vigente a la hora de certificar el estado y seguridad de la plaza de toros antes de que el coso provisional acoja los festejos previstos para la feria. El Ayuntamiento había enviado un informe pericial, pero no estaba firmado por la persona o personas que tenían esa responsabilidad, por lo que el Gobierno Civil devuelve el informe realizado por “perito práctico de esa localidad” –Justo Lorenzo-, pero sin el rango requerido, ya que “el referido informe debe ser aprobado por un arquitecto o maestro de obras titulado, pues así lo vienen haciendo otras localidades de menos importancia que esa”.
Pulguita Chico
En el fondo, se trataba de una copia del mismo informe que se había hecho Justo Lorenzo para cumplir el expediente de la Feria de Mayo de 1908. Por eso, cuando el 7 de mayo el alcalde decide nombrar como perito al citado maestro artesano para que realice el informe sobre las condiciones y características de la plaza de toros, Justo Lorenzo, a sabiendas de la trascendencia de sus actos, no tiene más remedio que contestar en estos términos: “Enterado de la presente comunicación y decreto, siento manifestar a V. I. que no puedo practicar el reconocimiento e informe que [por] la misma se interesa por ser este exclusivamente de la competencia de los señores arquitectos o maestros de obras”.
Es de suponer que el armazón de la plaza, lo que son los tendidos, se mantuviera, ya que la madera es aportada por los artesanos constituidos en empresarios; y que las barreras, el cierre del coso, es lo que se monta y se desmonta en virtud de las necesidades, primordialmente la organización de los actos carnavalescos en la Plaza Mayor. Por eso, unos días después, con o sin el informe preceptivo, el Gobierno Civil autoriza el 15 de mayo la celebración de dos festejos taurinos para la inminente Feria de Mayo.
Previamente, en días de carnestolendas, los empresarios del coso taurino cazan a Juan Domínguez, Pulguita Chico, llegado el primer día para disfrutar del Carnaval, quien firmaría contrato para torear en la Feria de Mayo[1] “en nuestro circo taurino”. Además, dice La Iberia en su número de 27 de febrero, que “sabemos que los aficionados de esta ciudad gestionan de la empresa para que sea Montes II el otro espada, el que por la buena acogida que le dispensó el público el año anterior y por complacer a sus numerosos amigos, está dispuesto a venir aun perjudicando sus intereses”.
Aunque corre el rumor de que Pulguita Chico o su apoderado estaban poniendo pegas para que fuera Montes II quien cerrara el cartel para las corridas de la Feria de Mayo, al final todo queda en un mero comentario sin mayor trascendencia.
El 14 de marzo, los empresarios de la plaza de toros, acompañados por varios aficionados –entre ellos un “perito en estos asuntos”, Jesús Montejo- y un redactor de La Iberia cogen de madrugada el “rápido” en la estación con el fin de acudir a las fincas y ver los ejemplares que se habrían de lidiar en los festejos de mayo. En Villar de los Álamos debían sumarse a la comisión los diestros Pulguita y Montes II, pero no aparecieron, “noticia que nos disgustó un poco, porque la presencia de los espadas hubiera simplificado la operación y se podía acordar hasta el orden en que se podían correr los toros”, se relata en  la crónica de la visita.
Manuel Sánchez Tabernero, marqués de Llen
A la estación de Villar de los Álamos “había mandado S. E. el señor marqués de Llen[2] un coche y dos caballos con un montaraz de cuerpo entero, con botines, cinta y gorrilla”. La comisión se encamina a Negrillos, finca en la que pastan los toros. “Al apearnos al pie de la escalinata que da acceso a lo que, mejor que chalet, puede llamarse suntuoso palacio, nos recibieron descubiertos tres señores, con tanta cortesía y amabilidad que superaron con mucho las buenas referencias que teníamos del dueño de la casa”. Asisten a misa y el marqués les ofrece un aperitivo, pero “comprendiendo el marqués que nuestros deseos eran ver el ganao, mandó que lo convoyaran a aquellas inmediaciones, como así lo hizon. ¡Qué vaqueros, con sus típicos trajes, demostrando perfecto conocimiento de lo que hacían, y la interior satisfacción de pertenecer a la Casa de Llen!”
Para apreciar mejor el ganado, son apartados los cuatro toros elegidos para una de las corridas de la feria. “Son cuatreños, cruce de Veragua y Muruve, de bonita lámina, cornicortos, negros, meanos y en buenas carnes, pudiendo asegurar que para la época en que se han de lidiar, el que menos pesará 22 arrobas. En fin, una corrida como no se ha presentado otra en nuestra plaza, y de dar juego, como es de esperar, será de las que causan época”, afirmaba ilusionado el redactor de La Iberia en el número publicado el 20 de marzo.
Para animar la reunión, tras ver el ganado, el marqués invitó a la comisión a un ribazo, en el que había construido un abrevadero, para rematar la contratación de la corrida. “Se tomaron unas lampariyas  de coñac Martell[3] y otras de Jerez. Se habló del precio; quedó jecho el trato. Hubo sombreros por alto, brindis y todo lo que se requiere en estos casos”. Pero con moderación, pese a la copla que insertaron en las páginas del citado semanario: “En el nombre del padre y aun del hijo / que no probéis agua os exijo; pero chupad el brocal de una bota, / aunque la halléis vieja, vacía y rota”.
El alboroque debió ser generoso: “Se nos sirvió una exquisita comida en la que no faltó el menor detalle. El café y los ricos habanos fueron servidos en un magnífico cierro que tiene entrada por la sala del billar, en cuya mesa se jugaron varias partidas de carambolas”.
Una de las dos corridas ya estaba contratada, pero quedaba cerrar el trato con Juan Sánchez y Sánchez, de Carreros, para completar los festejos. La comisión se dirige a la finca Fuenterroble, en donde les espera el ganadero. Ya es tarde. Cenan y se quedan a dormir en espera de que claree el nuevo día y puedan ver el ganado. La ausencia del dueño impidió que el trato se cerrase, aunque los hijos de Juan Sánchez –Hiscio y Fernando- hicieron los honores y sellaron el compromiso para que sus toros se corrieran el 27 de mayo, por lo que los del marqués de Llen se lidiarían al día siguiente.

[1] En el número 13 de El Enano, de 9 de mayo de 1909, se anuncian los festejos taurinos de la feria de este año: “En los días 27 y 28 [de mayo] actuará Regaterín en Ciudad Rodrigo, primera de ferias, con toros de Carreros; y la segunda se verificará con toros del marqués de Llen, por los espadas Montes II y Pulguita.
[2] Manuel Sánchez-Tabernero y Vicente, primer marqués de Llen. Este título nobiliario fue concedido el 5 de mayo de 1906.
[3] Fundada en 1715 por Jean Martell, la empresa fue la principal productora de coñac durante la revolución francesa, cobrando fama internacional en el siglo XIX. Sus productos son muy apreciados en la actualidad.

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