sábado, 26 de septiembre de 2015

Tasación y derribo de decenas de casas para favorecer la fortificación en 1708

No es la primera referencia que sobre este tema aporta el blog. En la cuarta entrega de los apuntes sobre la fortificación de Ciudad Rodrigo me referí al auto promovido por el brigadier Pedro Borraz o Borrás -sería mariscal de campo al año siguiente- en marzo de 1708, poco después que las tropas aliadas recuperaran la plaza fuerte mirobrigense, en manos de los austricistas desde el 25 de mayo de 1706 y que fue reconquistada el 4 de octubre de 1707 para la causa de Felipe V y, por ende, la instauración de las monarquías borbónicas en España. En aquel post hice referencia al citado auto firmado por el gobernador de la plaza rodericense, Pedro Borraz, encomendando al ingeniero mayor de dicha plaza de armas, Juan Muñoz de la Ruesta, un inventario y tasación de las casas que debían ser derribadas para favorecer la fortificación, tanto fuera como dentro de murallas.

     En este auto participaron también un maestro albañil y un maestro carpintero -Alonso de San Miguel y Andrés Cilleros, respectivamente- como también apuntaba en la citada entrega. Se tasaron más de 60 casas para su derribo, todas ellas ubicadas en el entonces conocido como Arrabal de San Andrés, por ser esta relevante parroquia la referencia que en ese momento se utilizaba para definir esta colación -Sebastián Hernando era el diputado de la colación de San Andrés, quien participó también en la tasación de los inmuebles afectados-, un templo ya desaparecido y que estaba levantado en un espacio comprendido entre las actuales calles Santa Clara, Laguna y San Fernando y el propio parque de La Glorieta.
Plano de Ciudad Rodrigo de 1706, antes de iniciarse la construcción del sistema abaluartado
   Como suelo hacer, prefiero que sean los lectores quienes accedan directamente a este documento que se conserva en el Archivo Histórico Municipal de Ciudad Rodrigo. Como verán en las descripciones y tasaciones, había inmuebles de indudable valor. Todos estaban ubicados en el Arrabal de San Andrés, aunque en el auto se indique que también afectaría la tasación y derribo de casas a las ubicadas junto a la muralla, en el interior, para favorecer el retranqueo del adarve y permitir un mejor uso de la artillería. Esta es la transcripción del citado documento.

AUTO Y TASAS DE LAS CASAS QUE SE VAN DERRIBANDO PARA LA FORTIFICACIÓN DE ESTA PLAZA

En la ciudad de Ciudad Rodrigo a primero día del mes de marzo del año de mil setecientos y ocho, su señoría el señor gobernador militar de ella, don Pedro Borraz, brigadier de los ejércitos de Su Majestad, por ante mí el escribano de guerra, dijo que por cuanto se halla con real orden en razón de que se deshagan todas las casas que han quedado en el arrabal de San Andrés de esta ciudad y las que dentro de ella por contiguas a la muralla fueren de embarazo para la fortificación que se está obrando en esta plaza y considerando que muchos de los dueños de dichas casas no podrán o no querrán recoger ni aprovecharse de los materiales de ellas, para que los tales puedan ocurrir a Su Majestad cuando y como les sea conveniente en razón de ello, mandaba y mando que todas y cada una de las casas que en esta manera de orden de su señoría se fueren derribando de cuyos materiales los referidos dueños o administradores no pretendieren aprovecharse ni valerse sino es dejarlos para que se apliquen y gasten en lo necesario a la obra de dicha fortificación, se reconozcan, valúen y tasen según la común estimación y valor, que cada una de ellas o parte (de que sus dueños no se valieren) tuviere a la sazón, de cuya regulación y tase se forme asiento, diligencia y fe a continuación de este auto para que las partes interesadas ganen y se les de los testimonios que pidieren y necesitaren; y para ello nombraba y nombro por tasadores a Andrés Cilleros, maestro de carpintería de las obras del Rey de esta plaza, y a Alonso de San Miguel, maestro de albañilería, vecinos de esta ciudad, y que para ello los susodichos comparezcan ante su señoría a hacer el juramento en forma de que harán bien y legalmente dichos reconocimientos y tasas, según el cargo de sus oficios, y lo que Dios Nuestro Señor les diere a entender; y que hecho dicho juramento se pase a ejecutar lo referido con asistencia de mí, el escribano, y del diputado en cuya colación se obrare, según la disposición y orden verbal que en razón de ello diere por las que reciba de su señoría, don Juan Muñoz de Ruesta, ingeniero mayor de esta plaza, y por este su auto así lo proveyó, mandó y firmó. Pedro Borraz. Ante mí, Manuel García de Figueroa.
Detalle de parte del Arrabal de San Andrés en 1706

Juramento
Y luego este dicho día, habiendo precedido instrucción del auto de suso ante su señoría dicho señor gobernador para efecto de lo en él contenido, parecieron presentes los dichos Andrés Cilleros y Alonso de San Miguel, de los cuales en presencia de mí el escribano, tomó y recibió juramento por Dios y una cruz en forma de derecho y lo hicieron como se requería, y so cargo de él prometieron por lo a cada uno tocante hacer el reconocimiento, regulación y tasa de las casas que les fueren señaladas, obrando fiel y legalmente sin agravio de persona alguna, según alcanzaren por razón de sus oficios y Dios les diere a entender, así lo dijeron y firmaron con su señoría, de que doy fe. Pedro Borraz. Ante mí, Manuel García de Figueroa.

Plano en el que se observa la muralla o cerca del Arrabal de San Francisco
   Al día siguiente, dos de marzo de 1708, comenzarían los trabajos los citados maestros albañil y carpintero junto al ingeniero mayor de la plaza y el diputado de la colación de San Andrés. La primera casa tasada para su derribo estaba situada en la plazuela que existía junto al desaparecido convento de la Trinidad, que se hallaba en parte del solar que hoy ocupa el IES Tierra de Ciudad Rodrigo. Pero, sigamos el auto al pie de la letra:

En la ciudad de Ciudad Rodrigo, a dos de marzo del año de mil setecientos y ocho, en virtud del auto de suso y para efecto de de reconocer y tasar las casas que en el arrabal de San Andrés, extramuros de ella, se han de demoler de cuenta y cargo de        y aprovecharse convertirse sus materiales en lo que sea necesario para la fortificación que se está obrando en esta plaza Andrés Cilleros, maestro de carpintería de las obras de ella, y Alonso de San Miguel, maestro de albañilería, vecinos de esta dicha ciudad, con asistencia de mí, el escribano, y de don Juan Muñoz de Ruesta, ingeniero mayor de dicha fortificación, y de Sebastián Hernando, diputado de dicho arrabal de San Andrés, pasaron a él a reconocer por menor las casas que por dicho ingeniero mayor le fueron señaladas, las cuales y cada una dé un consentimiento los dichos maestros como tales tasadores nombrados a juramento reconocieron, valuaron y tasaron en la forma siguiente:
   Primeramente tasaron y valorearon  una casa que hace esquina en la plazuela detrás de la Trinidad, propia de José López y actualmente la vive Juan Baz, trabajador, en novecientos reales.
   Más tasaron una casa inmediata de los herederos de Aquilante Ambrosio en mil ochocientos reales.
   Más otra casa de Domingo Higuero, trabajador, en setecientos reales.
   Más otra casa del prior de San Juan, que la vive Mariana Ramos, en seiscientos reales.
   Más otra casa del cabildo de la villa, que la vive María Luis, viuda, en quinientos reales.
   Más otra casa grande en la calle de Santo Domingo, del convento y religiosos de San Agustín, que la vive Fadrique y por quererse aprovechar de la teja y madera se tasó la restante en tres mil y doscientos reales.
Barriada de San Andrés a principios del siglo XVIII
   Más una casa en la calle de San Andrés, frente al Santo Cristo, que es de don Juan Mangas, escribano digo de la salina Serradilla, y era ahora de esta ciudad, y la vive un vivandero, tasada en cuatro mil y quinientos reales.
   Y por ser tarde, los dichos tasadores y diputados dejaron en este estado esta dicha tasación con la protesta de proseguirla hasta fenecerla, y lo firmaron a que yo, el escribano, doy fe. Juan Muñoz de Ruesta. Ante mí, Manuel García de Figueroa.

   Pasaron unos días hasta que se retomó la tasación, en concreto el ocho de marzo: En la dicha Ciudad Rodrigo en ocho del mes de marzo del dicho año de mil setecientos y ocho, por ante mí, el escribano, los dichos tasadores y valoreadores de las dichas casas y en presencia del dicho diputado de dicho barrio, en prosecución de la dicha tasación, la prosiguen en la forma siguiente:
   Primeramente una casa en tres mil reales al dicho barrio de San Andrés que vive el sargento Ramos que la administra don Juan Mangas, escribano.
   Más otra casa del cabildo de la villa que la vive Domingo Martín la tasaron en dos mil reales.
   Más otra casa propia de la fábrica de San Andrés que la vive Antonio González Lavado tasaron en ochocientos reales.
   Más otra casa de Francisco Aventado que la vive María Mellada, tasada en trescientos y cincuenta reales.
   Más una casa tasada en ciento y cincuenta reales del Espíritu Santo, digo de la parroquia del Espíritu Santo, que sirve de caballeriza.
   Más otra casa tasada en ciento y cincuenta reales propia de las hijas de Miguel Martín, yerma.
   Más otra casa tasada en seiscientos reales propia de la fábrica de San Andrés que la vive un vivandero.
   Más otra casa tasada en trescientos reales propia y que la vive Diego Mirañal.
   Más otra casa en la calle de La Chamorra que es de las Ánimas de San Andrés tasada en trescientos y cincuenta reales.
   Más otra casa tasada en trescientos y cincuenta reales que está yerma de la cofradía del Rosario.
   Más otra casa de Domingo Martín, el botador, que la vive el sargento Nicolás Solís, tasada en cuatrocientos reales.
   Más otra casa tasada en cuatrocientos reales propio de Pedro Álvarez, que en la vive.
   Más otra casa tasada en trescientos y cincuenta reales de la parroquia de San Andrés que la vive Sebastián González.
   Más otras dos casas tasadas en mil y ochocientos reales de la viuda de Barrios que están bien mal y despobladas.
   Y por ser tarde los dichos tasadores dejaron en este estado esta tasación con la protesta de proseguirla hasta fenecerla. Lo firmaron, de que yo el escribano doy fe. Juan Muñoz de Ruesta. Ante mí, Manuel García de Figueroa.

   Ocho días después, el 16 de marzo, los tasadores vuelven a valorar la última partida de casas que figuran en el documento que estamos manejando. Algunos de esos inmuebles se encontraban en las cercanías del barrio de San Francisco o del de Carniceros: En la dicha Ciudad Rodrigo en dieciséis de marzo de mil setecientos y ocho, ante mí, el escribano, los dichos tasadores en continuación de dicha tasación la prosiguen en la forma siguiente:
   Primeramente tasaron una casa en la calle Grande de los herederos de Francisco de Isla, que está yerma, en quinientos reales.
   Más otra casa de la cofradía de Nuestra Señora del Ripial tasada en trescientos y cincuenta reales, la cual está yerma.
Ciudad Rodrigo en 1707
   Más una casa tasada en siete mil reales de los herederos del señor licenciado Juan Hernández de Camargo Galera.
   Más otra casa del cabildo de la villa tasada en seiscientos reales.
   Más otra casa tasada en quinientos reales de la capellanía que fundó el prior de San Juan, que la goza Juan González.
   Más otra casa del mismo de arriba tasada en quinientos reales.
   Más otra casa en la calle de Izquierdo, que es de María Fuertes, viuda, tasada en trescientos y cincuenta reales.
   Más otra casa tasada en trescientos cincuenta reales de la parroquia de San Andrés que la vive María Luis.
   Más otra casa del Campo de San Andrés del canónigo Medina que está yerma, tasada en ochocientos reales.
   Más otra casa tasada en cuatrocientos cincuenta reales de Jerónimo Bernal, vecino de la Aldehuela, que la vive Pedro González, tabernero.
   Más otra casa de Francisco García, trabajador, tasada en quinientos reales.
   Más otra casa yerma que es de Catalina García y su hermano Juan García, tasada en cuatrocientos reales.
   Más otra casa tasada en seiscientos reales del licenciado Rivera, que la vive Bartolomé Lustrado.
   Más otra casa del Dulcísimo Nombre de Dios, que la vive Francisco Martín, tasada en cuatrocientos reales.
   Más otra casa de Jerónima Bernal que la vive María Moreno, tasada en quinientos reales.
   Más otra casa de Toribio Tejedor, quien la vive, tasada en setecientos y cincuenta reales.
   Más otra casa horno de Antonio de Luna, yerma, tasada en setecientos reales.
   Más otra casa de Juan Hernández, vecino de Sancti Spíritus, que la vive María Hernández, lavandera, tasada en seiscientos reales.
   Más otra casa al barrio de Carniceros de Catalina Moraña, viuda, quien la vive, tasada en setecientos y cincuenta reales.
   Más una casa a la Puerta de San Francisco, de don Miguel Fradique, que la vive Domingo Blanco, tasada en ochocientos y cincuenta reales.
   Más otra casa de don Manuel de Barrientos y la vive José Hervalejo, tasada en siete mil reales.
   Más otra casa que está yerma de la hermandad del Espíritu Santo, tasada en tres mil y quinientos reales.
   Más otra casa de doña Isabel de Barrientos que la vive Pedro Monje, tasada en seiscientos reales.
   Más otra casa de Juan de            tasada en mil reales.
   Más otra casa de la cofradía de la Misericordia, que la vive Manuel Rodríguez, tasada en mil reales.
   Más otra casa de la capellanía que goza Juan Sánchez Nicolás, tasada en quinientos reales.
   Más otra casa de             de Saldaña que la vive Ana López, tasada en quinientos reales.
   Más otra casa, digo, dos casas de la cofradía de San Antonio, que la vive Antonio Hernández, tasada en mil reales.
   Más otras dos casas del cabildo de la villa, que las vive            , tasadas en mil y quinientos reales.
   Más otra casa de Francisco Sánchez, villano, tasada en novecientos reales.
   Más otra casa de Pedro Serrano, que la vive, tasada en dos mil y quinientos reales.
   Más otra casa de Luis de Calzas, que la vive Juan Martín, tasada en mil y seiscientos reales.
   Más otra casa de los herederos de Juan Rubio, que la vive Rodrigo Juy, tasada en setecientos reales.
   Más otra casa de Alonso Rodríguez, tasada en setecientos reales.
   Más cinco casas en la calle de Peramato, yermas, inmediatas todas de doña Baltasara Sierra, tasadas todas en mil setecientos y cincuenta reales, a razón de trescientos y cincuenta.
   Más dos casas yermas de Andrés Cilleros, tasadas en dos mil y quinientos reales.
   En esta conformidad se acabó y feneció esta dicha tasación, la cual dijeron llevarla hecha fiel y verdaderamente a su saber y entender según y en la forma que tienen dicho y bajo el juramento hecho en que se ratificaron y firmaron, de que yo el escribano de número y ayuntamiento de esta ciudad y su tierra doy fe. Y lo firmaron junto con el referido señor Juan Muñoz de Ruesta, ingeniero mayor de esta plaza (dando ello que es presente) de que doy fe. Juan Muñoz de Ruesta. Ante mí, Manuel García de Figueroa.

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