domingo, 6 de septiembre de 2015

Antecedentes y desarrollo del Carnaval de 1917 (y II)

Estamos en 1917 y “han dado comienzo las célebres fiestas del Carnaval mirobrigense con un tiempo espléndido”, explica Moreno en El Adelanto. Desde la siete de la mañana la gente empieza a coger sitio en la Plaza Mayor para presenciar el encierro del ganado, perteneciente al ganadero Marino Risueño Bernal. “Los toros son de buena presencia. A las once da principio la prueba, que es presidida por el primer teniente de alcalde, D. Emeterio Pacheco, estando abarrotados de público todos los tendidos, luciendo sus habilidades varios aficionados al arte taurino”.

El juego del ganado no cumplió con las expectativas creadas: “La corrida del primer día, a pesar de la fama de que venía precedida, resultó una de tantas camadas, pues aún cuando hubo alguno que otro agrimensor, de carrera breve, no fue la bravura del ganado y sí debido a la confianza, en que suele estar el peligro, y que algunos de los cuadrúpedos sabían hasta griego”. Respecto a su mansedumbre –continúa la crónica de La Iberia-, “hubo muchos del ‘barrio del pacífico’, sobre todo uno cubeto que no quería más que paz y buen pienso”. Una impresión que también compartía el crítico de El Salmantino, quien, ya en referencia al festejo vespertino, señala que “a las tres se reanudó el jolgorio con gran satisfacción de los torerillos hampones que empezaron a guantear, mientras El Latas, Núñez y toda esa colección de castizos se las entendían con seis bueyazos. Terminó la corrida y terminaron unos muñecos de paja y serrín que hicieron en la lidia de tancredos y el público se esparció por las murallas” en espera del desencierro.
Cogida en una capea, cuadro de Celso Lagar, habitual corredor del Carnaval mirobrigense
El Lunes de Carnaval se corrieron novillos de Clemente Castaño Alfonso, de Ivanrey. “Los festejos del segundo día han sido tan pródigos en emociones como los del día anterior”, explica Francisco Horacio, destacado del diario El Salmantino durante el antruejo mirobrigense. “El encierro de los toros que se han lidiado hoy ha sido uno de los más interesantes y pintorescos que se recuerdan”, refiere el citado cronista. Así describe el espectáculo: “A las siete, una multitud abigarrada y cosmopolita coronaba las cresterías de las murallas, mientras los garrochistas conducían el ganado por la campiña, trotando en alazanes corceles de indómita sangre. Esto resultó animadísimo, porque los novillos se esparcieron fustigados por las piedras y llamados por los trapos rojos, causando grande pánico en los espectadores que, asustadizos y medrosos, gritaron y corrieron hasta percatarse de la seguridad de los toriles”.
Por diferentes motivos, solo pisaron la arena siete novillos durante los festejos del Lunes de Carnaval, lo que acarreó la bronca del público, refiere La Iberia.
El Martes de Carnaval se contó con el ganado contratado al tratante e industrial mirobrigense Eusebio Manuel Hernández Pérez. Buenos novillos en general, destacaron dos del hierro de Nicolás Sánchez y Sánchez, de Fuenteguinaldo, que fueron “bravos y nobles (como que no sabían las primeras letras), siendo ovacionado por el público el que los compró para darle gusto a sus paisanos”, apunta el cronista de La Iberia.
En la apreciación general de la corrida coincide El Adelanto: “El último día el ganado fue superior, dando algunos sustos en los célebres arrecogepiés y al intentar ‘colarse’ por las troneras. Vimos un providencial coleo que efectuó bastante mejor que El Gallo y Belmonte un charro anónimo”.
Durante el Carnaval de 1917, como era costumbre, “hubo cogidas aparatosas, afortunadamente sin más consecuencias que deterioro en la indumentaria y en los percales”. Y en el capítulo de corredores, El Adelanto destaca las carreras del “Sr. Valls con su ‘pañuelo’ de costumbre; Méndez Risueño, Luis Muñoz, Julián Rubio, Mirat (hijo), Tomás Hernández, Julio Pérez, Patricio Martínez, con su junto marino; Antonio y Braulio Hernández, Petronilo y Vegas, a más de otros sin número que iban cuatro kilómetros delante. También vimos al poeta charro Alejo Hernández y al pintor Celso Lagar”.
Jesús Méndez Risueño, abogado y corredor de encierros
¿Y los bailes? ¿Y el teatro? “De bailes el disloque. El del Casino, concurridísimo; una exposición de hermosura, confundiéndose entre nuestras preciosas farinatas las deidades forasteras que nos han honrado con su presencia. Disfraces muy bonitos y trajes caprichosos y elegantes hacían resaltar la belleza y gentileza de las que los lucían”, señalaba La Iberia, mientras que el ocasional cronista de El Adelanto, Bienvenido Moreno, entraba en detalles empalagosos sobre las participantes en este “baile aristocrático” celebrado en la noche del domingo: “Teresa Vasconcellos, muy guapa de zíngara; Adelaida Soler, encantadora de japonesa; Teresa Méndez y Maruja Soler, lindísimas de holandesa; Concha Holgado y Vicenta Morante de la Cruz, de San Felices de los Gallegos, con riquísimos trajes de charra, estaban preciosísimas, derrochando hermosura y gracia; Remedios Canal, muy bonita y simpática; Caridad Rubio, de hada, ostentaba hermosura y elegancia insuperable; Avelina Méndez, Arbeca Hernández, Concha Martín, Pepita Martos, Gloria Dorado, Asunción Lucas y Lucía Soles, de chulas, guapísimas y elegantes; Isabel Lagar, de odalisca, muy mona; Teresa Martín, de gitana, muy bonita; Esperanza L. Briega, Paula Petit, Trinidad Guitián, Esperanza Rubio, Teresa de Villate, Isabel Montejo, María Luisa Hernández, Rosalina Carvajal, Amalia y Dolores Perlines, María Sánchez-Villares, Ana Ayúcar, de Madrid; Purita Pantoja, Bartolina García, Lorenza y Victoria Montejo; de Lourdes, María Méndez y Merceditas Valls; Carmen y María Mercedes Polo, Teresa y Adoración Juárez, Gloria y Amparo Camezón, Clotilde y Manuel Gil, de Salamanca, y mucho lamentaría supieran dispensarme las que por olvido involuntario haya podido omitir”.
El poeta Alejo Hernández también se dejaba ver en los encierros
Alguna dama más habría en el Casino, pero tal vez no llamara suficientemente la atención para que su presencia quedara reflejada en la crónica rosa de Bienvenido Moreno, que abarcaba la flor y nata de la sociedad enjundiosa mirobrigense, la que más se acercaba a la aristocracia local. Pero en otros locales del casco histórico y en los arrabales, especialmente el de San Francisco, también había Carnaval y bailes, no tan aristocráticos como el del Casino Mirobrigense: “En Las Dos Columnas, un baile democrático, confundiéronse la distinguida señorita con la agraciada artesana y la hermosa labradora luciendo sus valiosas joyas con el clásico traje de charra”, refiere La Iberia. Y “otro tanto ocurría en el casino de La Unión, cuyo salón era insuficiente para contener el personal concurrente. En El Paraíso era imposible dar un paso por las muchas y lindas evas congregadas acompañando a cada una su correspondiente Adán. El del Teatro, que es el de moda en estos días, estuvo imponente. El espacioso patio de butacas, unido al amplio escenario, eran insuficientes para el público que se entregaba a las delicias de Terpsícore y cuando tocaba a bailar no era más que una masa informe que se movía cada pareja por su cuenta y como Dios le daba a entender”.
Debió ser el único éxito que tuvo el Teatro Nuevo en el Carnaval de 1917 si nos atenemos al ácido comentario publicado en Avante: “Nunca asistimos en Carnaval ni a funciones tan ramplonas o trasnochadas como las puestas en escena, ni a interpretación más desdichada y cinematográfica como las padecidas en las tres sucesivas noches. Parece como si el dinero que suponían aquellos llenos colosales o la consideración debida al público, que ansioso de aplaudir, llenaba la sala, fueran para la empresa un mito ante el puñado de pesetas que la moderada dilación en el espectáculo produjera de merma en los bailes”.
Tal vez por ese desprecio hacia el público, por esa avaricia que plantea el redactor de Avante, en el baile de máscaras que despedía el antruejo de 1917, el del Domingo de Piñata, los gestores del Teatro Nuevo sortearon entre el público, que llenaba la sala, dos monedas de oro, pero... “le tocaron a la empresa, cosa nunca vista”, señala en su crónica el corresponsal de El Adelanto.

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