Traemos hoy a colación la figura de otro insigne mirobrigense, Diego de Guzmán de Silva o Diego Guzmán de Silva, obrero mayor y canónigo que fue de la Catedral de Toledo, embajador de España en Inglaterra, Génova y Venecia y cardenal electo, además de consejero del rey Felipe II. No debemos confundir a Diego Guzmán de Silva con el conquistador y poeta mirobrigense Diego de Silva y Guzmán, de quien escribiremos algunas notas más adelante.
Diego de Guzmán de Silva nació en Ciudad Rodrigo en torno a 1520. Era hijo de Fernán Nieto de Silva, señor de Bañobárez y Villavieja, y de Aldonza de Guzmán y Silva; nieto, por parte paterna, de Rodrigo Nieto y María de Silva, señora de Medinilla; y, por parte materna, de Tristán de Silva y Mayor de Guzmán.
Grabado de Diego Guzmán de Silva |
Nuestro personaje fue un referente en la política internacional desarrollada por Felipe II. Hay numerosa documentación al respecto de sus vicisitudes como diplomático, compendiada en buena parte en un artículo biográfico de la recurrente Wikipedia. De él afirma que "intervino ante la reina Catalina de Francia para conseguir
el traslado a Toledo de los restos de San Eugenio de Toledo, y fue Obrero mayor
durante el arzobispado del cardenal Juan Martínez Guijarro".
Continúa afirmando que "en 1564, y siendo canónigo de
Toledo, fue designado por Felipe II embajador en Londres ante la corte de
Isabel I de Inglaterra, en una época de complejas relaciones entre ambos
países, para sustituir a su predecesor, Álvaro de la Quadra, que había
fallecido en el cargo. Durante su estancia en el reino tuvo que abordar asuntos
como las negociaciones de matrimonio entre Isabel I y varios pretendientes, el
comercio con Flandes y los Países Bajos, y de los puertos españoles con los
ingleses o la situación religiosa de los españoles en Inglaterra. Algunos
autores señalan el gran interés que mostró la reina por las informaciones que
sobre el Sitio de Malta de 1565 le transmitió el embajador español. Es
coincidente entre los historiadores la idea de que Guzmán de Silva fue el único
enviado de Felipe II que entabló cierta relación con Isabel I, mientras que los
demás se dedicaron a especular y espiar a la monarca. Este hecho fue
corroborado por la posterior publicación de la correspondencia entre la reina y
Felipe II, en la que llegó a comunicarle que Guzmán 'siempre fue un buen
ministro deseoso de preservar la armonía entre nosotros, lo cual fue demostrado
por la calma y la tranquilidad que reinó mientras estuvo aquí'. Pese a
ello, se vio obligado en numerosas ocasiones a protestar ante la corte
británica por el constante saqueo a que los piratas ingleses, especialmente
John Hawkins, sometían a las embarcaciones españolas que llegaban del Nuevo
Mundo".
"Pese al buen hacer de Guzmán, en
1568, y molesto por el comportamiento del embajador inglés en Madrid, el rey
decidió sustituirle por Guerau de Espés, un hombre mucho menos diplomático, y
que llevó a cabo en Londres más tareas de espionaje y conspiración que de
diplomacia, por lo que fue expulsado del país en 1572, a raíz de la
conspiración de Ridolfi".
Diego Guzmán de Silva "fue enviado en 1569 como
embajador a la República de Venecia, desde donde coordinó con Felipe II una
importante recepción de lienzos de Jacopo Bassano y sus hijos Francesco y
Leandro, que tuvo una gran repercusión en la España del Siglo de Oro.También
desde su embajada en Venecia colaboró en tareas de espionaje sobre los turcos
para Don Juan de Austria, procedentes de informadores enviados a
Constantinopla. Además, recopiló por orden del rey una valiosa colección de
manuscritos y códices destinados a la Biblioteca de El Escorial. Desempeñó el
cargo hasta su muerte en 1577, tras haber sido nombrado cardenal".
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