Aunque parezca evidente, tal vez algún despistado no se haya percatado que en el periodo en el que nos encontramos, en 1652, Ciudad Rodrigo y su tierra estaba en el fragor de los acontecimientos bélicos vinculados al levantamiento de Portugal en 1640 y que se extenderían hasta la paz alcanzada en 1668. Evidente era pues que una de las preocupaciones de los regidores mirobrigenses y, por extensión de sus vecinos, fuera intentar garantizar su defensa, tanto de la plaza fuerte -se había caído un lienzo de la muralla, en la zona del Hospital de la Pasión; se pueden apreciar los restos en la subida de la calzada del Puente Mayor a la Puerta de Santiago y se constata también por el uso de cantería y sillares en vez del típico calicanto-, como de sus arrabales, especialmente el de San Francisco, el más poblado y que contaba con una destartalada cerca que partía desde la Puerta de los Sexmeros -al lado de la Puerta del Sol-, continuaba por la calle de la Magdalena -hoy Agustín de Foxá-, volvía hacia el convento de Santo Domingo -hay restos visibles junto a la residencia de Asprodes-, cruzaba las calles Cárcavas y Rastrillo -de ahí sus nombres-; cambiaba su dirección hacia lo que hoy se conoce como Plaza de los Herradores y enfilaba cruzando la huerta de San Albín -por la estación de autobuses- hasta cerrar con la muralla medieval a la altura, más o menos del revellín del Calvario, cerca de la Gran Brecha.
Manifiesto portugués contra la soberanía española |
Hoy transcribimos varios acuerdos tomados por el corregimiento mirobrigense en febrero de 1652. Hay que recordar que unos años antes, en 1648, está fechada la real provisión que faculta al corregidor a repartir el coste de las cercas de los arrabales entre las poblaciones del entorno, en concreto todas las ubicadas en 30 leguas a la redonda -unos 150 kilómetros de radio-. En 1652 faltaban por construir unas 140 tapias en las cerca del arrabal de San Francisco -una tapia suponía unos 40 pies cuadrados de obra; el pie abarca unos 30 centímetros-. Veremos que en los acuerdos se constatan dos temas fundamentalmente: la falta de material, de piedra, para la obra y, sobre todo, la dificultad para recaudar fondos que permitan ir librando dinero a la mano de obra. Veamos qué acuerdos, al respecto, se adoptaron en febrero de 1652:
Sesión de 5 de febrero de 1652
El señor D. Félix Rodríguez Pacheco dijo a la Ciudad
cómo algunos soldados de las compañías de ella le habían dicho suplicase a la
Ciudad se sirviese de mandar hacer una garita para la centinela que se pone de
noche encima de la puerta de Santiago por estar sin abrigo. Y visto por la
Ciudad se acordó se haga la dicha garita y su coste se pague del arbitrio de la
guerra, y la haga obrar luego el señor D. Antonio Rodríguez de Jaque…
Sesión de 12 de febrero de 1652
Acordose se despache comisión para ir a la cobranza
de lo que debe la villa de Béjar del repartimiento del lienzo de muralla. Y
asimismo, se vaya a requerir al corregidor de la ciudad de Plasencia con la
provisión que hay sobre que haga el pago de lo que dicha ciudad debe del dicho
repartimiento, a lo cual vaya Diego Malo, vecino de esta ciudad…
El señor D. Miguel dio cuenta de cómo no había ya
piedra con que ir obrando en la fortificación del arrabal, porque aunque había
alguna era muy poca. Acordose que dicho señor D. Miguel Muñoz haga se saque
piedra para la dicha fortificación de la calzada que va a la puente a la menos
costa que ser pueda.
Sesión de 19 de febrero de 1652
El señor D. Miguel Muñoz, comisario de fortificación
del arrabal, dijo a la Ciudad cómo las cantidades que se había acordado se le
libraren para ir obrando en dicha fortificación en el ayuntamiento pasado no se
le pagaban por decir Antonio López tenía cerrada su tienda y en ella los
papeles por donde había de dar la cuenta del dinero que en su poder había
estado, y que hasta darle y saber el que en su poder paraba, no había de pagar
cosa alguna. Y asimismo Juan de Pedraza, mayordomo de la Ciudad, no le entregaba
los trescientos reales que en su poder paran del alquiler de las ganancias de
las tabernas que administró el señor D. Antonio Rodríguez de Jaque, que también
le fueron mandadas librar para ir obrando en dicha fortificación, no se los
pagaba por decir no hallarse con dinero, y que algunos de los vinateros de esta
ciudad, de que daría memoria, le están debiendo el impuesto de los ocho cuartos
del vino que han vendido, de donde se podía cobrar dicha cantidad. Y que no
obstante el no haber cobrado dichas cantidades, había enviado maestros y
jornaleros que vayan obrando en hacer las tapias de San Albín y las que se
cayeron a Santa Clara, que de todo daba cuenta a la Ciudad para que ordenase lo
que fuese servida. Y visto… se acordó y ordenó a
los susodichos depositarios que agilizasen y hagan las oportunas diligencias
para librar y entregar el dinero prevenido para tal fin.
El señor D. Miguel Muñoz, comisario de la
fortificación del lienzo de muralla que se rindió a la Rinconada de la Pasión,
dio cuenta en este ayuntamiento de cómo Juan Díaz, cantero, había visto la cal
que la Ciudad tiene para la dicha fortificación y dijo se necesitaba de que se
le diese una mano, que de ello daba cuenta a la Ciudad para que ordenase lo que
fuese servida. Y por ella visto, se acordó que por ahora se quede en el estado
que está.
Sesión de 26 de febrero de 1652
Acordose que el señor D. Miguel Muñoz prosiga en el
ir obrando en la fortificación del arrabal, haciéndose las tapias y
brezándolas, y haciendo se vaya sacando la piedra de la parte donde mejor
parezca.
Se trató asimismo de cómo era necesario dinero para
la dicha fortificación, pues no había con qué obrar. Y se acordó que el señor
maestro de campo [Francisco de Castro], con los señores D. Francisco Fernández de
Carabeo y D. Francisco de Jaque, por los vecinos de la ciudad que les pareciere
piden el que den las gracias para obrar en la dicha fortificación.
Sesión de 29 de febrero de 1652
Se da cuenta
de la correría que el rebelde hizo el día 27 en Martiago, Agallas, Villarejo y
La Herguijuela para que se dé traslado al rey.
El señor D. Miguel Muñoz dio cuenta de que no había
dinero para pagar los que trabajaban en la fortificación del arrabal y que así
la Ciudad vea la forma que se ha de tener; y se acordó que con efecto de dicho
señor D. Miguel Muñoz cobre el alcance que se hizo al señor D. Antonio de Jaque
en las cuentas que dio de la administración de las tabernas entrando en poder
del depositario del lienzo de muralla para que se le haga cargo como está
acordado. Y que demás de ello, se le libre lo que se pagó al presente de la
villa de Béjar de lo que debía del resto del repartimiento del dicho lienzo de
muralla y se den despachos en forma para todo.
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